Miyamoto Mushashi nació en el siglo XVII en Miyamoto, Japón. Su nombre original era Shimnen Takezo. Era un matón de pueblo, un bruto sin otro sentido en la vida que beber y frecuentar a las mujeres. Como su padre era un samurai, él partió a la guerra en busca de fama. En la batalla de Segihakara, fue herido en su primer combate. Se refugió después en un caserío de campo, donde trabó amistad con las dueñas del lugar.
Un día, llegaron hasta el caserío unos bandidos, exigiendo a las dueñas el pago de un diezmo. Takezo mató a los bandidos, pero así se ganó la persecución de la justicia. Cuando fue capturado, fue atado a lo alto de un roble, y puesto bajo la custodia de un monje budista, llamado Takuan. Éste le dijo que le mataría por su crimen, aparte de por haber luchado en el bando perdedor de la batalla de Segihakara, contra el actual Shogun, y pos su vida de excesos. Pero antes, le enseñaría a arrepentirse de su pasado y a limpiar su alma.
Una vez Takezo hubo aprendido la lección, Takuan permitió que una muchacha del pueblo, enamorada de Takezo, ayudase a éste a escapar. Acto seguido, la muchacha fue capturada, y Takezo corrió a pedir la ayuda de un noble amigo de su padre. Éste le dijo que salvaría a la mujer, pero que mataría a Takezo, ya que ésto era lo que se merecía. Le dejó una oportunidad para salvar su vida: si antes de salir del castillo del noble se había convertido en un samurai recto y justo.
Takezo pasó cinco años en el castillo, leyendo y estudiando. Al salir, se cambió el nombre a Miyamoto Mushashi. Mushashi es otra forma de leer Takezo en el código Kanji, y Miyamoto era el nombre de su pueblo. Decidió dedicar su vida a la búsqueda de la ilumnación.
Según Mushashi, el sentido de la vida no era otro que llegar a la perfección. La perfección en aquello que hace uno. Mushashi consideraba que el único camino apto para un guerrero como él era el 'camino de la espada'. Éste consiste en vivir perfeccionando el cuerpo, la mente y el alma siguiendo ciertos valores que representan al guerrero perfecto: Honor, coraje, rectitud, honestidad, lealtad, respeto y justicia.
Para Mushashi, la vida debía ser un camino que sólo termina en la muerte. Debía acumular sabiduría, perfeccionar y purificar su alma y ejercitar su cuerpo. Debía seguir los preceptos del Bushido (o camino del guerrero) para cumplir su rol con la sociedad y la nación. Según sus ideas, el valor de una persona se mide según lo bien que cumple su función para la sociedad. Todo esto es el transcurso del camino. Pero Mushashi defendía que en todo camino hay un comienzo, un transcurso y un final. El comienzo era importante, pero de eso ya no podía hacer nada, pues su comienzo había sido el de un matón de pueblo. Por lo tanto, el final debía ser grandioso. Por ello, defendía que sólo se muere una vez, y acuñó el concepto de 'vive por el código, muere por la espada'.
Su objetivo final era convertirse en el 'ser humano perfecto', que es aquel que ha logrado la perfección en su arte, la limpieza de su alma y una muerte decente. Según Mushashi, la muerte es tan importante como la vida. Y al ser ésta un único momento, debe ser poética, para ajustarse a la vida que tiene cada persona.
Tras salir de su aislamiento, Mushashi viajó por el país estudiando, enfrentándose en duelos imposibles y cultivando su alma. Tras unos años, conoció a un samurái rival, Sasaki Kojiro. Éste era la antítesis de Mushashi, un guerrero brutal, sin honor ni rectitud. Aún así, era un espadachín imbatible. Tras varios años de entrenamientos por ambas partes y terrible rivalidad, Mushashi y Kojiro se enfrentaron en duelo, matando Mushashi a Kojiro mediante técnicas de guerra psicológica.
Al llegar a la pelea desarmado, llevando sólo un remo, Kojiro se enfureció, creyéndose que Mushashi le faltaba al respeto. En su furia, desenvainó la espada y tiró la funda al mar. Mushashi le dijo: 'Ya has perdido, Kojiro. ¿Tiraría un vencedor su vaina al mar?'.
Enfurecido hasta la locura, Kojiro cargó contra Mushashi sin pensar. Mushashi saltó hacia kojiro y le golpeó la cabeza una vez con el remo, matándolo. Con esto, demostró que Kojiro era un gran espadachín, pero que la habilidad en la esgrima es lo menos importante del camino de la espada. El control sobre las emociones de uno mismo, y la rectitud en las acciones fueron las que le dieron a Mushashi la victoria en la pelea, y en la admiración de la población de Japón.
Tras estos hechos, Mushashi jamás volvió a matar a nadie, ni a luchar un solo duelo. Se retiró a un monasterio como un ermitaño, donde escribió el libro de los cinco anillos, y llegó al estado de iluminación del camino de la espada: olvidarlo todo, y conseguir que la habilidad con la esgrima forme parte del mismo ser del guerrero. Murió tremendamente enfermo, con todo el cuerpo gangrenado. Aún así, fiel a su 'vive por el código, muere por la espada', se levantó de su cama en los últimos momentos, desenvainó su espada y murió de pié con su katana en la mano.
De sus enseñanzas salen las ideas que gobernaron y gobiernan Japón hasta el día de hoy. Se le llama el 'santo de la espada', al ser el primero en alcanzar la iluminación en este camino. Se le considera hoy en día como el héroe nacional de Japón, y el creador de su forma de pensar y ver la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario