El otro día tuve que tomar una decisión que me viene muy bien para esta entrada:
Pasé por delante de una tienda de videojuegos, y vi un juego que llevo buscando desde hace bastante tiempo. Concretamente, la versión legendario de Skyrim con DLC's y todo. Costaba 65 euros.
Por lo tanto, según Freud, en mi mente ocurrió lo siguiente:
-Ello: Me impulsaba a comprar el juego. Lo quería y punto. Necesito esos DLC's si quiero expandir el juego, que ya me he pasado, y es una pena pasárselo.
-Superego: Me decía que no tenía suficiente dinero, que tendría que pedírselo a alguien, cosa que no me gusta hacer. También que era muy caro aunque lo tuviese. También que iba a tener que estar cargando con la bolsa el resto del día por León.
-Ego: Consiguió que al final yo decidiese no comprar el juego, ya que había demasiados argumentos en contra, y tenían más peso.
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